jueves, 27 de febrero de 2014

Cultura clásica (Presentación II)



La segunda entrada de este blog va a dedicarse a la cultura clásica. Entre las definiciones establecidas por el diccionario de la RAE para el término ‘clásico’, me llaman la atención las siguientes:
1. Se dice del período de tiempo de mayor plenitud de una cultura, de una civilización.
2. Dicho de un autor o de una obra: Que se tiene por modelo digno de imitación en cualquier arte o ciencia.
3. Perteneciente o relativo a la literatura o al arte de la Antigüedad griega y romana.
Combinando las tres definiciones, podría decirse que las culturas griega y romana supusieron una época dorada de la civilización Occidental, y que por tanto, algunas de sus creaciones resultan modelos dignos de imitar por los intelectuales posteriores. De acuerdo con esta idea, comparto unas palabras de Juan Ramón Jiménez, que a mi parecer, sintetizan a la perfección el significado del término: “Clásico, es decir actual, es decir, eterno”. Esto implica que las obras verdaderamente clásicas son aquellas que a pesar del transcurso del tiempo, siempre mantienen su actualidad, su utilidad y belleza para las generaciones venideras.
También Isaías Lerner sostuvo que una característica esencial de los textos clásicos es su capacidad de responder a las interpelaciones de los lectores de todos los tiempos, con respuestas adecuadas a las circunstancias históricas de cada lectura. Algo similar opinaba Paul O. Kristeller, quien afirmó que durante toda su vida había creído firmemente en el valor permanente de los estudios clásicos y de la educación clásica:
No nos dan respuestas o soluciones para los problemas morales, sociales o intelectuales a los que nos enfrentamos, pero sí una perspectiva. Ningún volumen de información nos aliviará la tarea de elegir al actuar, tarea que debemos cumplir todos los días.
Partiendo desde esta convicción, de que algunos textos grecolatinos siguen siendo válidos para la formación de las personas de nuestro tiempo, quiero dar cabida aquí a mis lecturas favoritas de autores como Quintiliano, Marco Aurelio, Aristóteles, Cicerón, Epicteto, Platón, Boecio, etc. La idea será siempre valorar si las enseñanzas de estos maestros que vivieron hace ya muchos siglos pueden seguir aportando lecciones positivas para la gente del hoy y del mañana. Al fin y al cabo, como escribió Quintiliano (Inst.  XII, 11, 22):
La antigüedad nos ha provisto de tantos maestros, de tantos ejemplos, para que ninguna edad pueda parecer en la hora de su nacimiento más feliz que la nuestra, para cuya enseñanza han trabajado sin descanso los tiempos anteriores.
Quintiliano se sentía afortunado por haber contado con grandes maestros que vivieron antes que él y contribuyeron decisivamente en su formación. Lo mismo puede decirse de muchos intelectuales posteriores,  ya en la Edad Moderna, que se sentían como “enanos a hombros de gigantes”. Con esta metáfora reconocían el valor que para ellos habían tenido los descubrimientos y reflexiones de sus antecesores.
Miremos pues, de vez en cuando, hacia el pasado, porque si no lo hacemos nos estaremos perdiendo las experiencias y descubrimientos que conforman la cultura de nuestra especie, que es la base de todo progreso social y humano.

No hay comentarios:

Publicar un comentario