jueves, 6 de noviembre de 2014

Renacimiento, Humanismo y Ética

Desde principios del siglo XX, cuando el estudioso británico William H. Woodward publicó Studies in education during the age of the Renaissance, 1400-1600, obra que sigue siendo un referente para los estudiosos de la actualidad, un elevado número de autores de diversos países han contribuido con sus trabajos a establecer y definir lo que se entiende por ‘cultura renacentista’, y sus más habituales términos derivados: ‘Renacimiento’ y ‘Humanismo’.

Lo primero que se percibe al adentrarse en la inmensa bibliografía dedicada al Humanismo y al Renacimiento es la complejidad de su definición, que ha dado lugar a gran variedad de interpretaciones diferentes. En opinión de Paul Oscar Kristeller, autor de El pensamiento renacentista y sus fuentes, resulta extraordinariamente complicado realizar afirmaciones categóricas referidas al Renacimiento, debido a su heterogénea manifestación en distintos países, su larga duración, y la amplitud de sus contenidos, que van desde la filosofía hasta la enseñanza pasando por las artes liberales y las ciencias. 

Consecuentemente, centrándonos en planteamientos generales y en aquellas ideas más repetidas por los investigadores, empezaremos por señalar que el Renacimiento es un periodo de la historia de Europa cuyo primer desarrollo podría situarse en el siglo XV italiano, aunque haya un precedente en el Trecento con figuras como las de Petrarca y su discípulo Boccacio. La cultura renacentista se expandió por buena parte de Europa a través de los manuscritos y las universidades, y aumentó su difusión enormemente a partir de la invención de la imprenta. Según Robert Black (Rennaisance Tought. A reader), la característica fundamental del Renacimiento en el terreno cultural es la aparición del Humanismo, que como movimiento cultural supone un retorno a la cultura clásica grecolatina, a la que se tomó como modelo de emulación.

En cuanto a los factores sociológicos, el Renacimiento supone una transformación importante en la sociedad medieval. Según José Luis Abellán, aparece ligado a cambios económicos, sociales, mentales y culturales. La cultura humanística es el pensamiento de una nueva época, una cultura urbana relacionada con el florecimiento de las ciudades y el crecimiento de la burguesía. A partir de estos momentos, el Renacimiento supone un vigoroso estímulo de la vida intelectual europea: en todos los campos del saber, los humanistas se afanan en emular y superar a sus reverenciados autores antiguos. Se sienten como enanos a hombros de gigantes porque al construir sobre los cimientos aportados por los clásicos están llevando la cultura europea a nuevas cimas. El saber renacentista es un saber con ambiciones globalizadoras: como bien dijo Mario Méndez Bejarano, los humanistas poseían un conocimiento enciclopédico y dedicaban sus esfuerzos a varias materias de la cultura simultáneamente. El resultado es, según Menéndez Pelayo, que algunos de los principales humanistas hicieron durante su vida la labor de un siglo entero de eruditos.

Entre las disciplinas más cultivadas por los humanistas y que tuvieron una época dorada en el Renacimiento se cuentan la pedagogía, retórica, filología, historia, gramática, varias materias científicas, y por supuesto, artes como la pintura, escultura, arquitectura o la música. En suma, los studia humanitatis que abarcaron en la mente de estos estudiosos todas aquellas materias relacionadas con el intelecto y la creatividad humana.


Por último quiero resaltar la finalidad ética que numerosos humanistas atribuyeron a las actividades culturales. Recogiendo las enseñanzas de autores antiguos como Quintiliano, que sostenían que el sabio debe ser al mismo tiempo un hombre bueno (vir bonus), fueron muchos los humanistas que incidieron en el valor formativo del estudio para la moral del individuo. Algunos también asimilaron las doctrinas de Sócrates y Platón, para quienes saber y virtud son términos casi sinónimos. Ejemplos de ello nos dan Erasmo, erudito y pacifista que siempre abogó por la resolución dialogada de los conflictos, y Luis Vives, cuyas palabras reflejan la necesidad de que conocimiento y ética vayan de la mano: “Humanidades se llaman estas disciplinas, hágannos pues humanos".


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